¿Qué aspectos de la condición femenina actual y del discurso feminista dominante te han llevado a escribir este libro?
Este libro lo he escrito en Francia, donde existe un problema con la traducción de los libros feministas americanos publicados en los 90. Cuando Elisabeth Badinter publica por ejemplo Fausse Route en 2003, puede permitirse la referencia a Against our Will de Susan Brownmiller, publicado en 1975, como revelador de la situación del feminismo en los Estados Unidos. La decisión de escribir Teoria King Kong, en mi país de origen, es ante todo una invitación a leer lo que se ha escrito pero que está todavía sin traducir: me refiero a Sprinkle, Paglia, Carole Queen, Pheterson, etc.
Pero el deseo de escribir este libro surge de muchos lugares diferentes: nace también de la historia de la película Fóllame y de las entrevistas que nos hicieron después de su estreno y en las que hubo que “teorizar” mucho acerca de la violación, la pornografía, la violencia femenina, etc.. Yo no tengo formación universitaria y la teoría no era algo a lo que estuviera acostumbrada pero tuvimos que formular sobre la marcha algunos conceptos, explicando a posteriori lo que habíamos intentado hacer al realizar esta película.
¿En qué ámbitos la revolución feminista iniciada en los años 70, te parece no haber llegado lo suficientemente lejos e incluso vivir, hoy, un cierto retroceso?
Los modos de contracepción masculina y la legalización del aborto gratuito y anónimo son dos temas, en lo que concierne a la heterosexualidad, que hubiera sido importante trabajar más activamente.
Hoy, cuando veo las películas del “Box office” o si le echo un ojo a MTV, tengo la impresión de que a las mujeres se les trata con mucho sadismo, se les ve demasiado a menudo con la cara ensangrentada arrastrándose por el suelo; me parece que faltan hombres jóvenes en braguitas, corriendo y llorando por el bosque y perseguidos por mujeres maníacas con enormes motosierras.
El bloqueo es patente en todos los ámbitos: cuando una mujer se presenta a la presidencia y se la juzga como mujer; cuando ves que las mujeres están infra-representadas a la hora de ocupar puestos de prestigio; cuando no se les enseña a las niñas a defenderse físicamente en la escuela y que no se les da ninguna educación ni sobre la violación, ni sobre el después de la violación…
¿Te parece que los límites y tabúes
anti-sexo (prostitución, pornografía, etc) del feminismo liberal están en relación con el tipo de mujer al que se dirige el feminismo dominante? Desde ese punto de vista ¿te parece importante reivindicar tu condición de “proletaria de la feminidad” para situar el lugar de donde surge tu discurso?
Yo no veo que haya realmente un
“feminismo dominante”. En Francia por seguir hablando de lo que mejor conozco, se celebra el centenario del nacimiento de Simone De Beauvoir publicando una foto de ella..... en bolas, en la portada de una revista (1). Y en
ese número especial se evita, sobre todo, entrevistar a alguna feminista “tradicional”. Escritoras, actrices, jovencitas, eso sí, pero ninguna historiadora, ninguna militante, ninguna gran figura del feminismo.
No veo que haya feminismo dominante. A este respecto, aunque el discurso de algunas feministas liberales o de la vieja escuela, me canse o me saque realmente de quicio, aún así, me siento cercana a ellas si me posiciono respecto a un poder que, efectivamente, es dominante. Yo no tengo ningún problema con el discurso anti-porno, por ejemplo. Creo que alguien debe asumirlo. Y mi papel es el de asumir el opuesto. Pero para que yo pueda plantear un discurso
“pro-pornografía”, es necesario que antes se haya hecho la crítica de la pornografía. Y no creo que el discurso anti-pornografía del feminismo liberal tenga suficiente eco. Lo único que realmente se escucha, desde mi punto de vista, es el discurso religioso.
Ahora bien, sí que me parece importante precisar de donde vengo, es decir, ni de las clases acomodadas, ni de la universidad, porque en general las mujeres que toman la palabra feminista son mujeres que proceden de un medio social particular, la alta burguesía, y que tienen una formación escolar específica, la universidad. Estaría bien que ellas se molestaran, también, en precisar desde donde toman la palabra.
En el plano teórico, el feminismo disidente que tú profesas parece más cercano de las feministas de Estados Unidos. Explícanos por qué.
El discurso feminista francés ha estado confiscado, desde los años 70, por blancas burguesas heterosexuales procedentes de culturas religiosas. Creo que ellas pusieron mucho empeño en apartar del
feminismo a todas aquellas que no eran lo bastante correctas. Creo que estaban muy interesadas en entenderse con los hombres dirigentes, que fueran maridos o colegas de trabajo. También, todo hay que decirlo, hubo una reacción
extremadamente fuerte por parte de los intelectuales franceses hombres, para ridiculizar el feminismo y
minimizar su interés. Una reacción a la que se dio por otra parte mucho bombo tanto en la prensa como en la televisión. El feminismo francés se quedó en un estado medio moribundo, nada excitante para la gente de mi generación, defendido por mujeres demasiado dignas y honestas. No ha habido un equivalente a la “Sex War” americana en la que los discursos pudieron confrontarse y precisarse.
¿Cómo explicas la impermeabilidad relativa de Francia a los discursos de las feministas americanas? ¿Te parece que hay diferencias considerables entre España, donde vives ahora, y Francia, tu país de origen?
Hay más libros traducidos y publicados, eso es evidente. Me da la impresión de que España no alimenta el mismo complejo que tenemos en Francia respecto a Estados Unidos. En Francia estamos, de hecho, colonizados culturalmente por Estados Unidos desde los años 50. Hay un resentimiento. Y Francia es un país que gozó en su día de una gran proyección internacional, creo que nos cuesta asumir que ya no le interesamos a mucha gente, así que nosotros tampoco nos interesamos ya por gran cosa. Me da la impresión de que España es un país que tiene otro tipo de
complejos, otros nudos, pero pocas cuentas pendientes con los Estados Unidos.
A pesar de tu virulencia respecto a las diferentes manifestaciones del machismo masculino, insistes varias veces en tu libro sobre la suerte, intrínsecamente ligada, de hombres y mujeres, en la búsqueda de su emancipación. Por ejemplo, concluyes Teoria King Kong con estas palabras que asignan al feminismo un objetivo más global y que sobrepasa los
límites de los géneros: “ El feminismo es una aventura colectiva para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás” “No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a las adquisiciones de los hombres, sino de desbaratarlo todo”. ¿Cabe por tanto una redefinición del sujeto político del feminismo – que ya no estaría únicamente limitado a la mujer – vinculada al cuestionamiento de la norma heterosexual y de los roles asignados a cada sexo?
Lo que está claro, es que si hubiera nacido hombre yo no estaría contento. Sorprende ver la cantidad de hombres que dan la impresión de vivir aferrados de ese modo a su argolla de masculinidad. Se trata en todo caso de una amputación emocional brutal,
constante y de lo más exigente. Creo que asistimos en directo al hundimiento de la “norma heterosexual”, y que sería urgente acompañarlo de discursos innovadores sobre la masculinidad. Si nos imaginamos que las cosas van a seguir veinte años más, tal y como están, creo que asistiremos a una verdadera explosión de los géneros y de las convenciones culturales y políticas que nos constriñen desde hace siglos.
El problema es que la guerra siempre ha servido para eso, regularmente: para volver a poner los contadores a cero, eliminar las brechas ideológicas previas y llevar a las naciones a un estado de estupor y de ruinas. Desgraciadamente, es probable que la guerra intervenga todavía en nuestras historias, y que esto a lo que asistimos, lo paren y lo borren de las memorias. De ahí la importancia, me parece a mí, de publicar las cosas, y de difundirlas con el mayor eco posible, de que queden algunas huellas de lo que estamos viviendo.
En ese sentido, la cuestión de la liberación de los deseos y de la sexualidad ¿te parece determinante en esta marcha hacia la emancipación? En tu libro por ejemplo, asimilas la censura de la producción pornográfica a un mecanismo de control de los deseos.
Pienso que el control de la pornografía, a lo que apunta en principio, es a controlar la sexualidad
masculina. La cuestión en el caso de la sexualidad femenina ni siquiera se plantea, ha sido reprimida con demasiada eficacia. Cuando hicimos la película,
nos preguntaron muy seriamente y en repetidas ocasiones, por qué queríamos “confiscar” la sexualidad de los hombres. Como rodábamos imágenes con un contenido sexual explícito, estábamos “confiscando”. Si te paras un momento a pensarlo, es impresionante ver hasta qué punto la represión de la homosexualidad masculina se halla en el centro mismo de todos los conflictos en torno al sexo y a su representación. Creo que es un tabú central. A los hombres, en principio, no les apetece realmente follar con mujeres. Sobre todo tienen ganas de juntarse entre ellos y de hacer toda una serie de cosas, juntos. Hay que cogerlos desde la cuna, vigilarlos sin parar y machacarlos sin cesar con propaganda hetero, para que se resignen a copular con mujeres.
Teoría King Kong es también el resultado de un recorrido más individual y personal que marca una reconciliación contigo misma. Cuentas en el libro como a raíz del escándalo provocado por la película Fóllame, intentaste sin éxito volver al redil escondiendo tu “parte monstruosa”. ¿Hoy te alegras de haber recuperado tu parte King Kong?
Cuando observo a las mujeres que hacen todos esos esfuerzos para ser mujeres correctas, sí, me alegro continuamente de no haberlo conseguido.
¿En qué medida la actitud punk que reivindicas constituye para ti, un modo de vida y una ética, donde la marginalidad representa un vector de emancipación necesario, aunque difícil y doloroso a veces?
El punk ha sido realmente mi formación de base, y de hecho sigo viendo el mundo a través de un prisma muy punk. Hoy viene muy bien, el “no futur” es un concepto más realista que nunca.
No respetar el reconocimiento, no respetar lo que es honorable, es una fuerza en un mundo donde la confusión alcanza el nivel que conocemos. También creo que el punk es una buena escuela porque se aprende muy pronto a no hacer lo que le gusta a la familia, a decepcionar a los profesores y a no escuchar a los educadores. Cuando una es joven, piensa que está mal pero que lo hace de todos modos porque es más divertido, y al envejecer, te das cuenta de que eso te ha salvado.
Aunque puntuado de pasajes púdicos, relacionados con la fuerza de los episodios autobiográficos revelados, hay en tu texto una vertiente jubilatoria que se manifiesta en toda su plenitud. El tono corrosivo y acerado no deja de recordar por momentos el estilo declamatorio de una rapera. ¿En qué medida la escritura es para ti liberadora?
No, la escritura no es liberadora y menos aún terapéutica. Pero funciona como si pusieras las cosas en orden y les dieras forma, es decir, como una lucha contra el caos. Escribir, es pasar forzosamente del caos al orden, incluso para mí que escribo dándome golpes un
poco contra todo. Pero el hecho de escribir sobre la violación, por ejemplo, no me parece que sea nada terapéutico o algo que pueda aliviar. Al contrario, es
realmente como abrirse las tripas. Hay una mística en todo ello, creo que ha habido libros de otros que me han ayudado mucho. Por eso creo que los míos pueden acompañar a los demás. Es ciertamente lo mismo que creer en Dios: debe haber una recompensa, pero no la tendremos en este mundo. Sin embargo el hecho de creer en ello es una fuerza en sí misma.
Háblanos de la acogida y de las reacciones suscitadas por tu ensayo en España.
Es muy diferente de lo que ha pasado en Francia, no estoy nada mediatizada en España, por tanto las
reacciones son más difusas, y más suaves. Es más agradable de vivir. Pero mucho menos remunerador. En Francia, publico libros como hacía de puta, para vivir. En España, es más bien como un flirteo.
¿Cuáles son tus proyectos de cara al futuro? Hemos leído que estabas preparando una adaptación cinematográfica de tu última novela Bye, bye, blondie ¿Cómo vas con eso? ¿Tienes otros proyectos en preparación?
Espero que la película Bye, bye, blondie se pueda hacer este año, pero no estoy todavía muy segura de que encontremos la financiación. Mientras tanto, estoy escribiendo un libro Tu la veux Tu la prends y no sé muy bien como acabarlo.
Este libro lo he escrito en Francia, donde existe un problema con la traducción de los libros feministas americanos publicados en los 90. Cuando Elisabeth Badinter publica por ejemplo Fausse Route en 2003, puede permitirse la referencia a Against our Will de Susan Brownmiller, publicado en 1975, como revelador de la situación del feminismo en los Estados Unidos. La decisión de escribir Teoria King Kong, en mi país de origen, es ante todo una invitación a leer lo que se ha escrito pero que está todavía sin traducir: me refiero a Sprinkle, Paglia, Carole Queen, Pheterson, etc.
Pero el deseo de escribir este libro surge de muchos lugares diferentes: nace también de la historia de la película Fóllame y de las entrevistas que nos hicieron después de su estreno y en las que hubo que “teorizar” mucho acerca de la violación, la pornografía, la violencia femenina, etc.. Yo no tengo formación universitaria y la teoría no era algo a lo que estuviera acostumbrada pero tuvimos que formular sobre la marcha algunos conceptos, explicando a posteriori lo que habíamos intentado hacer al realizar esta película.
¿En qué ámbitos la revolución feminista iniciada en los años 70, te parece no haber llegado lo suficientemente lejos e incluso vivir, hoy, un cierto retroceso?
Los modos de contracepción masculina y la legalización del aborto gratuito y anónimo son dos temas, en lo que concierne a la heterosexualidad, que hubiera sido importante trabajar más activamente.
Hoy, cuando veo las películas del “Box office” o si le echo un ojo a MTV, tengo la impresión de que a las mujeres se les trata con mucho sadismo, se les ve demasiado a menudo con la cara ensangrentada arrastrándose por el suelo; me parece que faltan hombres jóvenes en braguitas, corriendo y llorando por el bosque y perseguidos por mujeres maníacas con enormes motosierras.
El bloqueo es patente en todos los ámbitos: cuando una mujer se presenta a la presidencia y se la juzga como mujer; cuando ves que las mujeres están infra-representadas a la hora de ocupar puestos de prestigio; cuando no se les enseña a las niñas a defenderse físicamente en la escuela y que no se les da ninguna educación ni sobre la violación, ni sobre el después de la violación…
¿Te parece que los límites y tabúes
anti-sexo (prostitución, pornografía, etc) del feminismo liberal están en relación con el tipo de mujer al que se dirige el feminismo dominante? Desde ese punto de vista ¿te parece importante reivindicar tu condición de “proletaria de la feminidad” para situar el lugar de donde surge tu discurso?
Yo no veo que haya realmente un
“feminismo dominante”. En Francia por seguir hablando de lo que mejor conozco, se celebra el centenario del nacimiento de Simone De Beauvoir publicando una foto de ella..... en bolas, en la portada de una revista (1). Y en
ese número especial se evita, sobre todo, entrevistar a alguna feminista “tradicional”. Escritoras, actrices, jovencitas, eso sí, pero ninguna historiadora, ninguna militante, ninguna gran figura del feminismo.
No veo que haya feminismo dominante. A este respecto, aunque el discurso de algunas feministas liberales o de la vieja escuela, me canse o me saque realmente de quicio, aún así, me siento cercana a ellas si me posiciono respecto a un poder que, efectivamente, es dominante. Yo no tengo ningún problema con el discurso anti-porno, por ejemplo. Creo que alguien debe asumirlo. Y mi papel es el de asumir el opuesto. Pero para que yo pueda plantear un discurso
“pro-pornografía”, es necesario que antes se haya hecho la crítica de la pornografía. Y no creo que el discurso anti-pornografía del feminismo liberal tenga suficiente eco. Lo único que realmente se escucha, desde mi punto de vista, es el discurso religioso.
Ahora bien, sí que me parece importante precisar de donde vengo, es decir, ni de las clases acomodadas, ni de la universidad, porque en general las mujeres que toman la palabra feminista son mujeres que proceden de un medio social particular, la alta burguesía, y que tienen una formación escolar específica, la universidad. Estaría bien que ellas se molestaran, también, en precisar desde donde toman la palabra.
En el plano teórico, el feminismo disidente que tú profesas parece más cercano de las feministas de Estados Unidos. Explícanos por qué.
El discurso feminista francés ha estado confiscado, desde los años 70, por blancas burguesas heterosexuales procedentes de culturas religiosas. Creo que ellas pusieron mucho empeño en apartar del
feminismo a todas aquellas que no eran lo bastante correctas. Creo que estaban muy interesadas en entenderse con los hombres dirigentes, que fueran maridos o colegas de trabajo. También, todo hay que decirlo, hubo una reacción
extremadamente fuerte por parte de los intelectuales franceses hombres, para ridiculizar el feminismo y
minimizar su interés. Una reacción a la que se dio por otra parte mucho bombo tanto en la prensa como en la televisión. El feminismo francés se quedó en un estado medio moribundo, nada excitante para la gente de mi generación, defendido por mujeres demasiado dignas y honestas. No ha habido un equivalente a la “Sex War” americana en la que los discursos pudieron confrontarse y precisarse.
¿Cómo explicas la impermeabilidad relativa de Francia a los discursos de las feministas americanas? ¿Te parece que hay diferencias considerables entre España, donde vives ahora, y Francia, tu país de origen?
Hay más libros traducidos y publicados, eso es evidente. Me da la impresión de que España no alimenta el mismo complejo que tenemos en Francia respecto a Estados Unidos. En Francia estamos, de hecho, colonizados culturalmente por Estados Unidos desde los años 50. Hay un resentimiento. Y Francia es un país que gozó en su día de una gran proyección internacional, creo que nos cuesta asumir que ya no le interesamos a mucha gente, así que nosotros tampoco nos interesamos ya por gran cosa. Me da la impresión de que España es un país que tiene otro tipo de
complejos, otros nudos, pero pocas cuentas pendientes con los Estados Unidos.
A pesar de tu virulencia respecto a las diferentes manifestaciones del machismo masculino, insistes varias veces en tu libro sobre la suerte, intrínsecamente ligada, de hombres y mujeres, en la búsqueda de su emancipación. Por ejemplo, concluyes Teoria King Kong con estas palabras que asignan al feminismo un objetivo más global y que sobrepasa los
límites de los géneros: “ El feminismo es una aventura colectiva para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás” “No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a las adquisiciones de los hombres, sino de desbaratarlo todo”. ¿Cabe por tanto una redefinición del sujeto político del feminismo – que ya no estaría únicamente limitado a la mujer – vinculada al cuestionamiento de la norma heterosexual y de los roles asignados a cada sexo?
Lo que está claro, es que si hubiera nacido hombre yo no estaría contento. Sorprende ver la cantidad de hombres que dan la impresión de vivir aferrados de ese modo a su argolla de masculinidad. Se trata en todo caso de una amputación emocional brutal,
constante y de lo más exigente. Creo que asistimos en directo al hundimiento de la “norma heterosexual”, y que sería urgente acompañarlo de discursos innovadores sobre la masculinidad. Si nos imaginamos que las cosas van a seguir veinte años más, tal y como están, creo que asistiremos a una verdadera explosión de los géneros y de las convenciones culturales y políticas que nos constriñen desde hace siglos.
El problema es que la guerra siempre ha servido para eso, regularmente: para volver a poner los contadores a cero, eliminar las brechas ideológicas previas y llevar a las naciones a un estado de estupor y de ruinas. Desgraciadamente, es probable que la guerra intervenga todavía en nuestras historias, y que esto a lo que asistimos, lo paren y lo borren de las memorias. De ahí la importancia, me parece a mí, de publicar las cosas, y de difundirlas con el mayor eco posible, de que queden algunas huellas de lo que estamos viviendo.
En ese sentido, la cuestión de la liberación de los deseos y de la sexualidad ¿te parece determinante en esta marcha hacia la emancipación? En tu libro por ejemplo, asimilas la censura de la producción pornográfica a un mecanismo de control de los deseos.
Pienso que el control de la pornografía, a lo que apunta en principio, es a controlar la sexualidad
masculina. La cuestión en el caso de la sexualidad femenina ni siquiera se plantea, ha sido reprimida con demasiada eficacia. Cuando hicimos la película,
nos preguntaron muy seriamente y en repetidas ocasiones, por qué queríamos “confiscar” la sexualidad de los hombres. Como rodábamos imágenes con un contenido sexual explícito, estábamos “confiscando”. Si te paras un momento a pensarlo, es impresionante ver hasta qué punto la represión de la homosexualidad masculina se halla en el centro mismo de todos los conflictos en torno al sexo y a su representación. Creo que es un tabú central. A los hombres, en principio, no les apetece realmente follar con mujeres. Sobre todo tienen ganas de juntarse entre ellos y de hacer toda una serie de cosas, juntos. Hay que cogerlos desde la cuna, vigilarlos sin parar y machacarlos sin cesar con propaganda hetero, para que se resignen a copular con mujeres.
Teoría King Kong es también el resultado de un recorrido más individual y personal que marca una reconciliación contigo misma. Cuentas en el libro como a raíz del escándalo provocado por la película Fóllame, intentaste sin éxito volver al redil escondiendo tu “parte monstruosa”. ¿Hoy te alegras de haber recuperado tu parte King Kong?
Cuando observo a las mujeres que hacen todos esos esfuerzos para ser mujeres correctas, sí, me alegro continuamente de no haberlo conseguido.
¿En qué medida la actitud punk que reivindicas constituye para ti, un modo de vida y una ética, donde la marginalidad representa un vector de emancipación necesario, aunque difícil y doloroso a veces?
El punk ha sido realmente mi formación de base, y de hecho sigo viendo el mundo a través de un prisma muy punk. Hoy viene muy bien, el “no futur” es un concepto más realista que nunca.
No respetar el reconocimiento, no respetar lo que es honorable, es una fuerza en un mundo donde la confusión alcanza el nivel que conocemos. También creo que el punk es una buena escuela porque se aprende muy pronto a no hacer lo que le gusta a la familia, a decepcionar a los profesores y a no escuchar a los educadores. Cuando una es joven, piensa que está mal pero que lo hace de todos modos porque es más divertido, y al envejecer, te das cuenta de que eso te ha salvado.
Aunque puntuado de pasajes púdicos, relacionados con la fuerza de los episodios autobiográficos revelados, hay en tu texto una vertiente jubilatoria que se manifiesta en toda su plenitud. El tono corrosivo y acerado no deja de recordar por momentos el estilo declamatorio de una rapera. ¿En qué medida la escritura es para ti liberadora?
No, la escritura no es liberadora y menos aún terapéutica. Pero funciona como si pusieras las cosas en orden y les dieras forma, es decir, como una lucha contra el caos. Escribir, es pasar forzosamente del caos al orden, incluso para mí que escribo dándome golpes un
poco contra todo. Pero el hecho de escribir sobre la violación, por ejemplo, no me parece que sea nada terapéutico o algo que pueda aliviar. Al contrario, es
realmente como abrirse las tripas. Hay una mística en todo ello, creo que ha habido libros de otros que me han ayudado mucho. Por eso creo que los míos pueden acompañar a los demás. Es ciertamente lo mismo que creer en Dios: debe haber una recompensa, pero no la tendremos en este mundo. Sin embargo el hecho de creer en ello es una fuerza en sí misma.
Háblanos de la acogida y de las reacciones suscitadas por tu ensayo en España.
Es muy diferente de lo que ha pasado en Francia, no estoy nada mediatizada en España, por tanto las
reacciones son más difusas, y más suaves. Es más agradable de vivir. Pero mucho menos remunerador. En Francia, publico libros como hacía de puta, para vivir. En España, es más bien como un flirteo.
¿Cuáles son tus proyectos de cara al futuro? Hemos leído que estabas preparando una adaptación cinematográfica de tu última novela Bye, bye, blondie ¿Cómo vas con eso? ¿Tienes otros proyectos en preparación?
Espero que la película Bye, bye, blondie se pueda hacer este año, pero no estoy todavía muy segura de que encontremos la financiación. Mientras tanto, estoy escribiendo un libro Tu la veux Tu la prends y no sé muy bien como acabarlo.
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Virginie Despentes nació en 1969 en Nancy. En 1993, publica Fóllame (Mondadori, 1998), seguido de Perras sabias (Anagrama, 1998), Jolies choses (Grasset, 1998), Mordre au travers (Librio, 1999), Teen Spirit (Grasset, 2002) y Bye-bye Blondie (Grasset, 2004). Virginie Despentes es también directora de cine y ha dirigido la película Fóllame adaptada de su novela epónima.
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